De Viajes y Cine: Escuela de Rateros
Una exposición dedicada a la actriz Yolanda Varela y a su vestido que lució en la última película de Pedro Infante.
Cuando andábamos hace unos meses por la Ciudad de México, decidimos checar la más reciente exposición de la Cineteca Nacional, De Raso y Pedrería: Yolanda Varela en Escuela de Rateros, dedicada a una de las actrices más populares durante los años 50, y a su vestido más emblemático. Sin duda, Varela fue una de las consentidas de la taquilla mexicana por más de una década, y además compartió créditos con los grandes de esa época: Germán Valdés Tin Tan, Jorge Negrete, Mauricio Gárces y Pedro Infante, con quien estelarizó la que sería la última película del inmortal actor, Escuela de Rateros (1958).
A falta de un museo dedicado al cine mexicano como tal, y que a estas alturas con toda la historia y el acervo significativo que se tiene del séptimo arte en este país, es imperdonable que no exista, sin embargo, la Cineteca Nacional siempre trata de rescatar y honrar nuestra historia cinematográfica con este tipo de exhibiciones que a pesar de su simpleza son de gran valor y entretenimiento para muchos. Esta muestra se debe en parte a las celebraciones de los primeros 50 años de existencia de esta institución fílmica, así como de la obtención para su acervo histórico del vestido que utilizó la actriz en Escuela de Rateros. Fueron los miembros de la familia de Varela, quien falleció en 2009, los que donaron el atuendo a la Cineteca.
La exposición tiene todo el sello que caracterizan a todas estás muestras de la catedral cinematográfica de la Ciudad de México: un mural con la imágen de la homenajeada con colores vivos que crean una atmósfera que invitan a conocer a esta actriz (desconocida para muchos de los jóvenes asistentes). La muestra es pequeña casí íntima, y se pueden apreciar materiales publicitarios originales, así como una serie de fotográfías de la carrera artística de Varela, que comprende más de 30 filmes en 20 años.
No obstante, la estrella principal es el vestido que usó esta actriz en las últimas escenas de Escuela de Rateros. Se trata de una gran fiesta en donde se daría el gran robo que esperaba el villano argentino (Eduardo Fajardo). Al ver el largometraje por televisión, el atuendo de noche quizás por la saturación del color y que no sea la más reciente versión, no tiene el mismo impacto que al verlo presente. Es un vestido delicado con un color difícil de clasificar y con varios detalles (bordados y pedrería) que lo hacen imposible de ignorar.
A más de seis décadas de su diseño y ejecución, se requirió de una rehabilitación a fondo y el encargado para intervenir dicha prenda fue el restaurador de textiles Renato Camarillo Duque. En un comunicado de la Cineteca, Camarillo aseguró que “el vestido fue confeccionado expresamente para la película, se sometió a diferentes procesos de restauración, haciendo que su detenida inspección permitiera comprender el trabajo realizado por modistas y costureras para su manufactura, lo que favoreció el registro de sus aspectos técnicos y materiales”.
En su momento no escribimos sobre esta exposición ya que necesitábamos volver a revisar la película, y ahora que hemos saldado esa cuenta, aquí estamos. Al parecer se proyectó una versión restaurada de la cinta dirigida por Rogelio A. González, en la Cineteca con motivo de la muestra pero no lo pudimos confirmar. El filme tiene varios aspectos positivos, pero en general solo demuestra que la Epoca de Oro del cine mexicano estaba llegando a su fin, así como el desenlace de un carismático ídolo que a pesar de interpretar dos personajes, no encontró en el guion la energía ni la chispa que lo llevó a la cumbre años atrás.
Escuela de Rateros cumple con las normas de esa época; es una comedia de enredos ligera, pero con situaciones trilladas ausentes de espontaneidad. La historia se centra en Víctor, un engreído y antiguo ratero (Infante), quien ahora se dedica a la actuación y a tocar el violín. Asimismo mantiene un chantaje con la familia de su novia (Varela), con quien se casará solo para que su padre pueda pagar sus deudas. Todo cambia cuando otro oportunista llega, un compañero de transas (Fajardo), que lo presiona para que participe en un robo de unas joyas, que sucederá en una fiesta. El músico y actor se niega a participar, y mientras lo denuncia ante la policía, alguien lo asesina. El enredo principal y situaciones chuscas, suceden cuando la policía decide negar su muerte y hacer creer que Raúl, un atractivo y honesto repartidor de pan (Infante, en su segundo papel), es Víctor y así dar con el verdadero asesino. El gran incentivo para Raúl es cobrar una jugosa recompensa.
Obviamente no le podían faltar un par de números musicales interpretados por el mismo Pedro Infante. La cinta es a colores, de tres que filmó Infante en ese formato y que son integrados en una fotografía nada despreciable de Alex Phillips, uno de los grandes del cine mexicano. ¿Quizás por ser a colores los errores de Infante, son más perceptible que en el glorioso blanco y negro? Rosita Arenas en un papel pequeño, por momentos roba la atención de todos. Si bien Infante es el héroe de Escuela de Rateros, por partida doble, aquí en la exposición de la Cineteca es la presencia de la encantadora Yolanda Varela, quien demuestra ser la estrella única.